BYD, el gigante chino de la movilidad eléctrica, ha ordenado la retirada de 115.000 vehículos en su mercado doméstico tras detectar fallos en componentes clave que comprometen la seguridad. Se trata de la mayor campaña de retirada en la historia del fabricante, en un momento clave para su consolidación internacional y en medio de un escrutinio creciente sobre la fiabilidad de los modelos chinos en Europa.
Los vehículos afectados pertenecen a las gamas Tang y Yuan Pro, tanto en versiones eléctricas puras como híbridas enchufables, fabricadas entre 2015 y 2022. Según la Administración Estatal de Regulación del Mercado de China, el problema más delicado se ha identificado en unas 44.500 unidades de la serie Tang, donde un fallo en el controlador del motor de tracción puede derivar en corrosión en la placa de circuitos, generando una pérdida de potencia eléctrica durante la conducción.
Por su parte, en 71.200 unidades del Yuan Pro se han detectado defectos de sellado en las baterías, lo que podría permitir la entrada de agua en el sistema. Este tipo de infiltraciones no solo reduce la potencia, sino que también expone al vehículo a un riesgo eléctrico más amplio. BYD ha anunciado que aplicará un sellador especial y reforzará la carcasa de la batería de forma gratuita a través de su red de concesionarios.
El anuncio llega en un momento delicado para la marca. Aunque BYD se ha convertido en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo por volumen, su imagen se resiente en algunos mercados europeos por la escasa disponibilidad de recambios y las dificultades postventa, además de una sensación persistente de falta de madurez en algunos aspectos del diseño.
A esto se suma el contexto regulatorio cada vez más complejo. Desde mediados de 2024, la Unión Europea ha impuesto aranceles adicionales a los coches eléctricos fabricados en China, acusando a las marcas del país de beneficiarse de ayudas estatales que distorsionan el mercado. Este clima de tensión ha frenado parcialmente la expansión de marcas como BYD, MG o Nio, aunque el interés del consumidor por los eléctricos asequibles sigue fuerte. En lo que va de 2025, el precio medio de un coche eléctrico nuevo en Europa supera los 41.000 euros, mientras que modelos como el Dolphin de BYD parten desde los 29.000 euros antes de ayudas.
La preocupación por la seguridad no se limita a los fabricantes chinos. Tesla, por ejemplo, también ha sido objeto de críticas por el diseño de las manijas eléctricas en sus vehículos, que pueden quedarse inutilizadas en caso de incendio o fallo de corriente. China ha respondido a esta situación anunciando que exigirá mecanismos de apertura mecánica accesibles en todos los turismos nuevos, una norma que afectará a fabricantes como Xiaomi, Xpeng o la propia BYD.
El caso de BYD pone el foco en la tensión entre precio, volumen y fiabilidad. En un mercado que busca electrificarse rápido pero sin perder calidad, los fabricantes deberán demostrar que pueden mantener precios competitivos sin comprometer aspectos clave como la seguridad o la durabilidad.